Durante las semanas anteriores al inicio de la liga 2022-23, Joan Laporta se encontraba en una situación apremiante, buscando formas de liberarse de las restricciones impuestas por la normativa de Fair Play Financiero, que regula la relación entre los ingresos y los gastos del club, lo que le dificultaba realizar nuevas contrataciones para la temporada que se avecinaba.
No fue hasta que se activaron las ahora conocidas “palancas”, proporcionando una garantía basada en los ingresos “previstos, pero no recibidos” por la venta de Barça Studios a la empresa Libero, lo que Javier Tebas consideró aceptable y suficiente, que el presidente del club logró inscribir a cuatro futbolistas que más tarde jugarían un rol crucial en la obtención del título de esa campaña (Lewandowski, Raphinha, Koundé y Christensen).
Dos temporadas después, los fondos provenientes de la venta de Barça Studios que justificaron la inscripción de los mencionados jugadores todavía no han llegado. No obstante, el F. C. Barcelona todavía ostenta en su historial esa liga, perjudicando a aquellos que sí cumplen con normativas que se consideran de obligatoria aplicación para todos. Esta situación resulta sumamente difícil de entender, más apropiada para un torneo local que para una competición con el renombre de la Liga Española de Fútbol Profesional.
Dos temporadas más tarde, los fondos de la venta de Barça Studios que justificaron aquellas inscripciones siguen sin aparecer. Sin embargo, el Barça aún mantiene en su récord esa liga, en desventaja frente a aquellos que sí respetan reglas que se suponen obligatorias para todos.
El verano pasado, a pesar del desequilibrio aún existente entre ingresos y gastos en el club catalán que había originado la situación mencionada, la dirección blaugrana se enfrentó una vez más a un mercado complejo y poco alentador, ya que la misma problemática le impedía reforzar el equipo para la temporada actual. No obstante, al igual que en el caso previamente referido, la LFP aceptó otra “palanca” de Laporta, quien, en esta ocasión, “de manera sorprendente, y sin haber recibido todavía los ingresos pendientes de hace dos veranos”, volvió a prometer los fondos requeridos para subsanar el desequilibrio financiero que continuaba provocando el incumplimiento del Fair Play Financiero.
En esta ocasión, Laporta presentó la venta anticipada de los derechos de explotación por 30 años de 475 asientos VIP del Camp Nou, valorados en 100 millones de euros. Tras la falta de llegada del dinero prometido antes de la fecha límite establecida (31 de diciembre de 2024), la Liga argumentó que la transacción no demostrada también mostraba señales de estar vinculada al entorno del club, lo que podría implicar una alteración de la competición en perjuicio de los demás equipos, razón por la cual se negó oficialmente la alta de Dani Olmo y Pau Víctor como jugadores del FC Barcelona.
A pesar de lo dicho anteriormente, en esta ocasión fue el Gobierno español, a través de una medida cautelar emitida por el Consejo Superior de Deportes, y con una motivación que podría considerarse insensata o malintencionada, quien respaldó las irregularidades del FC Barcelona en cuanto a su cumplimiento de las normas que otros competidores deben seguir de manera estricta, en clara violación de una sentencia judicial firme. Es esencial recordar que la falta de adherencia al Fair Play Financiero causó graves repercusiones en otros clubes, incluyendo multas y descensos de categoría, entre otras sanciones. No obstante, gracias a la aprobación del CSD, además de los miembros activos del primer equipo del Barcelona que se encuentran en la lista de inaplicables (Lewandowski, Raphinha, Koundé y Christensen), ahora se suma Olmo, quien se desplaza con libertad por los estadios de España, proporcionando asistencias y anotando goles decisivos que permiten a su equipo mantener el liderato en la liga, en el momento en que redacto estas líneas.
El club catalán se dirige hacia la posibilidad de conseguir su segundo título liguero en tres años, contando con el valioso aporte de jugadores que son legal, técnica y moralmente inapropiados para competir en un sistema que sea justo, ético y coherente.
Para agravar este inadmisible desatino, la auditoría contratada para verificar las cuentas del F. C. Barcelona, según reporta El Confidencial, se negó a aceptar como válida la palanca relacionada con los 100 millones de euros derivada de la supuesta venta anticipada de los palcos VIP del Camp Nou. Y utilizo el término “supuesta”, ya que el mismo medio informa que, de manera repentina, el ingreso vinculado a esa transacción ha “desaparecido” de los documentos financieros del club catalán.
Así las cosas, el Barcelona se encuentra en la senda de conseguir su segunda liga en tres años, gracias a la contribución de jugadores que son legal, técnica y moralmente inapropiados para participar en cualquier sistema que se considere coherente, ético y justo. Sin embargo, es evidente que este no es el caso de la máxima competición de fútbol en España, la cual ha sido incapaz de hacer cumplir las normas, claras y evidentes, lo que ha llevado a una falta de justicia y transparencia en una competición que, hoy en día, resulta triste y manifiestamente manipulada, sin importar desde qué ángulo se observe.
Más allá de lo escandaloso de esta situación, lo que resulta más preocupante y afecta el bienestar emocional de quienes deseamos confiar en la imparcialidad y la justicia del sistema es la falta de un pronunciamiento, un clamor público que sea amplio, tanto social como mediático, que repudie tan monstruoso y aberrante ataque a la integridad de una competición que se considera de gran prestigio. Por lo que intuyo, la carencia de una denuncia masiva, la falta de voces que demanden decencia y respeto por parte de quienes sí siguen las normas, se atribuye al hecho de que el único rival directo del autor de las mencionadas violaciones, y por ende único afectado directo y continuo de esta situación, es el Real Madrid. Esto resulta irrelevante para los demás, ya que no les importa quién triunfa, si uno u otro, ni se preocupan por la justicia del campeonato en este contexto particular (algunos incluso celebrarán que prevalezcan los intereses del Barça sobre los del Madrid).
La falta de voces que exijan decencia y respeto por los que realmente cumplen las normas se origina en que el único competidor inmediato del autor de dichas anomalías, y por consiguiente el único perjudicado directo y frecuente del caso, es el Real Madrid.
Lo anterior explica que, frente a la confirmada e incuestionable aberración ética y legal de haberle proporcionado pagos durante 17 años al vicepresidente del Comité Técnico Arbitral, así como ante los casos de las citadas “palancas” de Joan Laporta, los otros clubes y representantes de los medios prefieran desviar la mirada, apoyando sin ningún tipo de vergüenza las irregularidades características de un régimen irresponsable, en lugar de solicitar la impugnación de dichas ligas manifiestamente manipuladas y, por ende, ilegítimas.
Desafortunadamente, la mencionada tendencia hacia la impunidad, la complacencia y la anarquía generalmente aceptada refleja la situación actual en España, Europa y en el mundo contemporáneo, donde muchas luchas parecen no merecer ser peleadas, ya que la meritocracia parece estar gravemente comprometida. Por esta razón, por ejemplo, ante la escasa confianza en los sistemas legales, el abstencionismo presenta cifras alarmantes en elecciones a nivel global, al mismo tiempo que cada vez son más los aficionados del Madrid que, rendidos ante las evidencias, empiezan a desistir, agotados, de mantener la fe en una Liga Española que, aun sin Negreira, continúa siendo indignante, repulsiva y escandalosamente sombría.